Monday, November 27, 2006

¡UH, AH TRÉVETE!


By Teodoro Petkoff.

Si alguna duda podía caber acerca de quién ha impuesto la agenda de esta campaña electoral, fue disipada con los dos actos del fin de semana. La campaña del candidato continuista ha sido de retruque. Ha ido a remolque de la de Manuel Rosales. Comenzó, siempre a tono con su estilo de perdonavidas, tratando de ignorarlo, y ahora no ha tenido más remedio que aceptar que tiene un rival mollejúo enfrente. Lo de las dos concentraciones fue sintomático. Rosales cierra su campaña con un acto de proporciones colosales, que produce un impacto enorme, y el candidato continuista inventa entonces traerse todos los autobuses de Venezuela para hacer su show simultáneamente en cuatro avenidas alrededor de la Bolívar. ¡Quién lo diría! El todopoderoso Yo El Supremo, que antes no necesitaba sino chasquear los dedos para reunir a sus partidarios, ahora tiene que traer gente hasta de Pedernales, allá en los confines del Delta, y de Paraguaipoa, en los límites con Colombia, para poder dragonear de un mitin grande.

Sin hablar de los miles de empleados públicos que fueron conminados y humillados, so pena de despido, a asistir, previamente provistos del kit “revolucionario” : franela y gorra rojas, de uso obligatorio.

No queremos decir, desde luego, que en el acto del continuista no hubiera gente que estuvo allí de corazón. Claro que la había, y bastante, pero sin el gigantesco aparato logístico que abusiva y ventajistamente montaron jamás habrían podido lograr el objetivo que se plantearon. Había más autobuses que gente.

Del otro lado, la avalancha fue estrictamente caraqueña. Hasta el abuso de cerrar todas las vías de acceso a Caracas, para impedir que la gente de los alrededores de la gran ciudad pudiera asistir, para lo único que sirvió fue para dar mayor relieve aún a la magnitud de la concentración.

Ahí estuvieron los dos proyectos. Frente a frente, con horas de diferencia. Uno democrático, voluntario, producto de una concepción de respeto a la persona humana, al cual cada quien asistió para expresar libremente una opinión política; el otro, regimentado, forzado, con una buena parte de los asistentes arrebatada, violada en su conciencia, humillada por los “carajazos” que ofreció el inefable presidente de Pdvsa a quienes no se sometan a los designios del caudillo y sus acólitos.

El candidato continuista reafirmó su intención de mantener la brecha que separa a los venezolanos; Rosales tendió una mano a quienes acompañan el continuismo y reiteró que gobernará para 26 millones y no para una parte del país. Apenas en cuatro meses Manuel Rosales removió las aguas estancadas de un sentimiento opositor que se había desmovilizado y desmoralizado. Es un logro formidable que debe ser rematado con el voto el próximo domingo 3. Los espíritus han despertado. ¡Enhorabuena!

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